Entradas

Mostrando entradas de agosto, 2012

BAYONA

Imagen
Un paseo: es probable que un viajero quede tan prendado por el castillo -que es Parador , claro-, que no salga de allí en horas. Sin negar que la fortaleza de Monterreal  es un conjunto singular, en sí mismo y por sus vistas, deberíamos, como anuncia el consistorio local , sugerir otro itinerario, como una caminata hasta la playa. Un restaurante: como amigo de Paradores , el viajero siempre recomienda su menú, pero también, como goloso impenitente, busca y rebusca por las callejuelas de las ciudades. El Casco Vello de Baiona tiene de esos sitios marineros que, para un vino de aperitivo, son ideales. Tras la pausa, el viajero podrá darse a uno de sus placeres en El Túnel . No hay nada que explicar. Una visita: si aún seguimos enteros tras las zamburiñas, podríamos acercarnos, para desentumecer las piernas, hasta el Museo de la Carabela Pinta , sí, sí, la misma. Esto tiene la ventaja de que, si nos parece algo artificial -es pedagógico-, siempre podremos visitar el puerto. U

ASTORGA

Imagen
Un paseo : Cómo le gusta al viajero bordear -que no escalar- las murallas de las ciudades. En la capital maragata , el recinto fortificado nos facilita una caminata considerable, de más de dos kilómetros, así que todo pinta bien antes de desayunar en la plaza del ayuntamiento . Y si no, pues a descubrir parajes de fábula... Un restaurante : Es costumbre que el viajero se deje orientar por el paisanaje autóctono a la hora de menear el bigote, y en Astorga no se ha de faltar a la cita con la ronda de vinos, que suele por sí misma dar de comer, como el gastrobar Miku . Pero cuando la cosa se pone seria es a la hora del cocido maragato ... Una visita : Una ciudad cuyo próximo milenio será el tercero tiene por fuerza que ofrecerle mucho al viajero curioso. Si uno es más de arquitectura gótica y posteriores, pues que vea la catedral ; si somos más de edificios llamativos e inexplicables, entonces habrá que centrarse en Gaudí ; pero si lo que realmente nos interesa es la solidez de lo

TOULOUSE

Imagen
Un paseo: a uno en la tele le preguntaron si conocía una ciudad ideal para pasear. No dijo Toulouse , pero el viajero la recomienda, porque es llana, tiene un parque fluvial maravilloso, no es espectacular pero deja huella,... ¿Qué más se puede pedir?   Un restaurante: la ventaja del buen tiempo local es que las terrazas , incluso en invierno, tienen vida. Curioso como es el viajero, se dejó, sin embargo, tentar por un popular figón, Le Colombier , en el que probó el célebre cassoulet. La polémica sobre el origen -Toulouse o Castelnaudary- animó la sobremesa. Cuidado con las sobremesas.   Una visita: a veces las rutas monumentales dan sorpresas interesantes como la basílica de Saint Sernin , donde el viajero, además de fresquito, hallará una arquitectura menos francesa que de costumbre. Aquí la piedra no es solo caliza sino también ladrillo, lo que le da un efecto a la ciudad, llamada la ville rose .   Un recuerdo: el viajero estaría constantemente trayéndose cosas de Toul

ANTIBES

Imagen
Un paseo: si uno no se quiere aventurar hasta el Cabo , cosa que sería una lástima, también puede disfrutar del Viel Antibes , un casco histórico sin los excesos del glamour de sus ilustres vecinas de la Côte-d'Azur. De todos modos, lo que el viajero nunca se debería perder es la imagen de la ciudad con los Alpes nevados al fondo.   Un restaurante: ya no se sabe si el decorado alimenta tanto o más que la comida, pero en Antibes, aprovechando una arquitectura provenzal aún en pie, el viajero podrá sentarse a la mesa y dejar pasar el tiempo. En Le Jardin , el viajero recuerda esa sensación frente a un tartar de la casa o unas verduras de temporada.   Una visita: seguir los pasos de los grandes artistas en esta región es fácil, ya que casi todos tienen diseminada su obra por los lugares en que vivieron. Sería muy fácil -aunque muy recomendable- entrar en el Musée Picasso , pero el viajero, amante de algunas viejas costumbres, como el correo en papel, encontró el Musée de la C

MANCHESTER

Imagen
Un paseo: es muy tentador alejarse un poco de la ciudad y adentrarse en los verdes senderos de la campiña, pero dependerá del tiempo, así que elegir un parque puede sustituir a la aventura. El viajero recuerda un tranquilo paseo por entre las lápidas del cementerio de una iglesia, pero seguramente esto desanimará a algunos. Por eso la propuesta será vagar por los puentes de Manchester Canal. Todo un lujo.   Un restaurante: de joven, recuerda el viajero que la cocina local era muy limitada, y por eso se abonó a una dieta indopakistaní deliciosa. El consejo es elegir alguno de la cadena Rajdoot Tandoori y dejarse llevar. En ciertos locales, como no hay licencia para bebidas alcohólicas, uno puede traerse su vinito o su cerveza y encargar la comida. El viajero es un ferviente defensor de esta fórmula.   Una visita:seguramente muchos acudirán al famoso estadio de Old Trafford , pero el viajero, aunque aficionado al buen fútbol, en particular al que se disfruta en el Vicente Cald

LYÓN

Imagen
Un paseo: esta ciudad goza del clásico señorío burgués junto a una tranquila atmósfera de capital de provincia, lo que la convierte en un sitio agradable para el viajero sin prisa. El barrio viejo es muy tentador para desperezarse, así como una caminata en el contorno de la Place Belcourt , que ya nos llevaría un buen rato.   Un restaurante: por influencia de los grandes nombres de la nouvelle cuisine , en esta ciudad casi todos los restaurantes se esmeran en ofrecer destellos de finura. El viajero tuvo la ocasión de comprobarlo en la frecuentada Brasserie Georges , que ofrece lyonnaiseries deliciosas. Y pensar que algunos de pequeños no podían ni ver el hígado encebollado.   Una visita: el edificio testigo de nuestros pasos matinales será el destino de nuestra expedición. La Basílica de Fourvière es, pese a su presencia orgullosa, un edificio convencional, pero la visita le gustó al viajero por la subida en funicular y por las vistas de la ciudad.   Un recuerdo: se sol

ROMA

Imagen
Un paseo: al viajero no le cabe duda de que para darse una caminata por Roma hay que elegir la zona más adaptada al gusto de cada cual, ya que habrá quien piense que los jardines de la Villa Borghese , aunque plácidos, son algo pastelitos; otros pensarán que la Piazza di Spagna está abarrotada; e incluso hay algunos que ven el Foro como un montón de piedras. Este último será, aunque por la sombrita, nuestro objetivo. Allí flotaremos entre tanta historia en medio de una atmósfera mágica.   Un restaurante: las grandes ciudades tienen la ventaja de la gran oferta, pero también esconden muchas trampas bajo la etiqueta de restaurante. Cuando el viajero vea grupos, que se aleje; si ve camareros que lo interpelan en varios idiomas, que se aleje; si anuncian cucina casalinga y en la cocina huele a fritanga, que se aleje. Sin embargo, en Roma Sparita , un sitio artesano con una terraza fenomenal, el viajero se dará a una de sus pasiones, la pasta. Una visita: entre las mil cosas pa

SIGÜENZA

Imagen
Un paseo: al llegar a esta ciudad un día laborable, el viajero tendrá la sensación de que la calma va a durar para siempre, pero ya se sabe que el descanso del capitalino es el trajín del laborioso segontiense. Nada debe inquietarnos si nos levantamos temprano y nos introducimos por las calles cercanas a la Plaza Mayor , donde, aquí un café, aquí un vinillo, nos dará la hora de comer.   Un restaurante: la norma que el viajero suele seguir a propósito de los Paradores no se romperá esta vez tampoco. Aunque también recomienda, porque lo ha probado y vaya si lo probó -la comida acabó con una partida de pocha-, el cabrito del Taberna Seguntina .   Una visita: si no se va uno al Parador, como hacen muchos, es obligado pasarse por la Catedral y ver el monumento funerario del más ilustre residente, el Doncel . Es cierto que, como la Gioconda, uno se lo imaginaba de otro modo, pero es lo que hay.   Un recuerdo: para la vuelta, si el camino es largo, el viajero sabrá prever los ri

COLMAR

Imagen
Un paseo: cuando llegó el viajero a Colmar , la ciudad estaba recogiéndose para la cena, así que pensó que se trataba de otra ciudad alsaciana más, hermosa y recatada. La sorpresa surgió por la mañana cuando recorrió sus calles bien conservadas y limpias. La pequeña Venecia es ideal para colmar los deseos de un caminante solitario.   Un restaurante: habrá que despertar al viajero que se adentre en esos canales y callejuelas, porque la hora de comer también promete ser una delicia. No resulta difícil encontrar todo tipo de restaurantes, desde creperías hasta brasseries clásicas, pero hay un sitio pequeño pero con encanto, el Wistub Unterlinden , donde, por un precio asequible, el viajero saborea suculentos platos locales que evocan la entente francoalemana, como una chucrut -choucroute, sauerkraut- de pescado.   Una visita: como si la propia ciudad no nos valiera ya, el viajero no quisiera descuidar su labor de consejero, así que recomienda con entusiasmo un edificio del siglo

SEGOVIA

Imagen
Un paseo: esta ciudad tiene sus cuestas, pero también sus llanos, así que cada cual tendrá lo que más desee. De hecho, las cuestas no son impedimento para llevar bicis sin cadena . El viajero, que por servicios prestados al Estado tuvo que patearse la ciudad, descubrió el famoso atajo -con trabajo- que se usa para subir hasta el Alcázar . También se puede usar para bajar. Otra opción podría ser recorrerse el acueducto a su paso por la ciudad. Es un paseo de algo más de 600 metros, pero con muchas pausas de reposo y de admiración. ¡Estos romanos!   Un restaurante: le decían al concursante que citara dos cosas segovianas, y este respondía que el acueducto y el cochinillo. Ya se sabe cómo son los de la televisión, pero hay que decir que no se equivocó, solo se quedó corto. En cuanto al segundo ejemplo, el viajero podrá elegir entre los clásicos, Cándido , y los más renovadores, La Alhóndiga . Al viajero le gusta mordisquear el rabo crujiente del cochinillo.   Una visita: quiene

MEERSBURG

Imagen
Un paseo: esta ciudad coqueta y apacible se visita a pie o en bici, pero también ofrece la posibilidad de una matinal singladura en barquita de pedales. Si vencemos el rubor de vernos remando con los pies en medio del lago Constanza - Bodensee -, descubriremos un entorno fabuloso.   Un restaurante: el que piense que la cocina alemana es solo patata y cerdo se equivoca parcialmente porque, si bien de eso hay bastante, lo cierto es que tanto la gama de productos como la combinación y la ración de estos merecen un halago por parte del viajero. El concepto de plato combinado renace en forma de plato completo y equilibrado en el Weinstube Baeren , donde calidad y precio gustan por igual. ¿Acaso un wiener schnitzel parece así un plato modesto? ¿Verdad que no?   Una visita: una vez más, el viajero queda sorprendido por los mitos deshechos. La cerveza, bebida alemana por excelencia, se sirve a una temperatura que el paladar meridional no tolera. Así descubrió el viajero que los vinos

CASTRO URDIALES

Imagen
Un paseo: es variopinta esta villa - Castro , para los amigos- y también animada. Los itinerarios de caminata matinal cambiarán en función de que se prefiera la parte alta, faro e iglesia de Santa María , o la baja, puerto y playa . De todos modos, el punto de llegada será el concurrido casco antiguo, con sus bares siempre a rebosar. Un restaurante: el viajero es consciente de que nadie lo creerá, pero en el asador El Puerto de Santa María le propusieron un kilo trescientos de rape para dos. Por mucha merma que tenga el bicho, de ahí salen dos raciones importantes. Quién sabe si era un órdago al urbanita, pero la sensatez, que a veces acude al rescate del frágil, cambió aquello por dos rodaballos y unas almejas de primero. El que pueda, que lo pida y que lo cuente.   Una visita: cómo no, acercarse hasta el faro tiene esa carga aventurera que siempre queremos agregar a nuestras recomendaciones. Si, además, el día se levanta con viento, llegaremos a casa cargados de energía.

SIRMIONE

Imagen
Un paseo: esta peninsulita del lago de Garda tiene, pese a su pequeño tamaño, una oferta interesante que sabrá agradar al viajero. Lógicamente, se recomienda pasear a la orilla del agua o darse una buena vuelta en bici. Las vistas son inmejorables.   Un restaurante: caminando en busca de un sitio donde comer, el viajero se topó con un italo argentino, Malu' Grill, donde se sació a base de bien, pero recuerda con veneración el menú del Hotel Flaminia , donde además de unos platos jugosos y abundantes, se desayuna de miedo. Por allí se aficionó el viajero a cenar ensaladas y prosecco.   Una visita: salvo que nos decantemos por el turismo termal, deberíamos hacer caso al viajero y dejarse tentar por las mal llamadas Grotte di Catullo , que ni son cuevas ni pertenecieron al poeta latino. Aunque al atardecer resultan más atractivas, de día también valen la pena. Por cierto, como casi toda la ciudad, la vista desde el lago es casi mejor. Un recuerdo: ni la luz del lago, ni