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Mostrando entradas de marzo, 2013

SALAMANCA

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Un paseo: decíamos ayer que esta ciudad, tan limpita y aseada merece cualquier dolor de pies, así que, ya sea alrededor de la almendra, de puente en puente o hacia arriba, desde el Tormes hasta la Plaza Mayor, hay que hacer buena la divisa del viajero slow y honrar a Salamanca como es debido. Si, como muchos, hemos elegido el Parador para pernoctar, entonces el paseo es obligado. Un restaurante: una de las consecuencias de tanto caminar es que el cuerpo pide recambio. Por suerte se encuentra de todo, incluso de tapeo, como en El Reloj , un bar con huevos rotos muy aconsejables. Los embutidos y jamones no deben hacer sombra a otros manjares, como el arroz con liebre del Montero o los conmovedores tostones como el que presidió la mesa del viajero en el restaurante Cervantes . Una visita: oculto tras las piedras salmantinas, tan clericales ellas y tan monárquicas, el viajero podrá salirse del tradicional recorrido de fachadas y conventos, de ranitas y onanistas , para