OLOT

Un paseo: En la capital de la Garrotxa uno puede elegir entre turismo sosegado o dinámico, es decir entre admirar fachadas modernistas en el apacible casco urbano o conducir apenas un cuarto de hora hasta localidades con encanto como Santa Pau, Besalú o Castellfollit de la Roca. A medio camino entre ambas opciones estaría la subida al volcán Montsacopa que se alza sobre Olot.
Una visita: El viajero se sintió con ganas de seguir caminando, así que se adentró por los senderos del Parc de Pedra Tosca y allí dio con la calma de avellanos y robles, y en medio de todo vio curiosas intervenciones artísticas...

Un restaurante: Quienes busquen sabores de calidad a buen precio tienen en Olot donde elegir, desde las terracitas de la Cuina del Mercat, del Mig o del Europa hasta los salones y el jardín de la Quinta Justa, todo un templo de la cocina volcánica. ¡Bacalao con alubias, por favor!

Un recuerdo: Los geólogos lo tendrían claro, ya que las formaciones basálticas representan la esencia de la zona, pero el viajero, que sale de la naturaleza de vacío, como entró en ella, tendrá siempre en la memoria el gusto volcánico de los productos locales, como un trago de cerveza de alforfón.

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