BERGEN

Un paseo: La hanseática belleza de esta cuidad la convierte en un destino vacacional muy solicitado, pero pese a las hordas de turistas de crucero ávidos de ver fiordos, Bergen resiste por sus múltiples cualidades. Se recomienda visitar el puerto, cómo no, pero adentrándose después en las calles que lo rodean por la parte de arriba, con lo que se consigue perspectiva caballera e imágenes pintorescas de sus calles y casas típicas. En bici se hace, pero hay cuestas.
Un restaurante: Los sabores del mar tienen un nosequé por allá, por eso el viajero recomienda rascarse el bolsillo un poco para paladear unos modestos mejillones. El restaurante Dickens se acerca a lo que uno exige.
Una visita: Uno de los puntos fuertes de la ciudad es su sorprendente oferta artística, esencialmente reunida en las cuatro sedes del museo Kode, cuyas salas albergan joyas del arte del siglo pasado (Kode 3 y 4). Todo un regalo para la vista.
Un recuerdo: En pleno bullicio mercantil, el mercado portuario le dejará al viajero un tenaz soniquete en los oídos, un apetitoso sabor en la boca y un aroma delicioso en la nariz.

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