TROMSØ

Un paseo: Cuando el viajero llega al Ártico se imagina una estación polar llena de científicos barbudos y desaliñados, pero en Tromsø, situado en una latitud 69º N reina un ambiente placentero de ciudad balnearia y turística con cierto parecido a la ciudad de la serie "Doctor en Alaska" (Northern exposure). Para una mejor apreciación, se recomienda subir con el teleférico.
Un restaurante: Dado lo exótico de la visita, el viajero tendría que aceptar las especialidades locales y, salvo que tenga algún prejuicio, probar la ballena. En el hermoso -y caro, ojo- restaurante Lotus se esmeran en servir como es debido al visitante hambriento, al que le ofrecen incluso vino de otra latitud.
Una visita: El atractivo de estas lejanas tierras es ver su cielo, en julio por su sol de medianoche -salvo que esté nublado-, y entre octubre y abril por sus auroras -salvo que no haya tormentas solares o esté nublado-. También se organizan excursiones para avistar cetáceos -salvo que los bichos no quieran salir a respirar-. Pero si queremos ir sobre seguro, entrar en la fabulosa biblioteca municipal sería muy reconfortante.
Un recuerdo: Al cabo de varios días tratando de dormir con luz y sin persianas, el viajero notará que, como a los demás animales, le hace falta adaptarse a los nuevos horarios. ¿A quién no le gusta trasnochar?

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